(Hace unos días mi compañero de aventuras blogueras y de incio en el trabajo de los servicios de base, Samuel Nuñez Pestaña, me mandó el enlace de su blog, Mirada Social con la reflexión de las jornadas de celebración de los 25 años de constitución de los servicios sociales básicos de esta comunidad y aunque estos días han sido muy reflexivos y enriquecedores en aportaciones, me volvió a recordar el artículo que en el 2010 publiqué en la Revista de Servicios Sociales y Política Social con el mismo titulo que enmarco este post. No lo he querido resumir y aunque es un poco más largo que los otros que acostrumbro a colgar me atrevo a participarlo íntegro. El final del mismo no es otra cosa que el motivo de este blog. Aquello que yo había puesto en texto a modo de vademecum, se ha convertido en blog, en libro virtual con imágenes (en la portada de este blog) después y desde ayer en formato papel.
Espero vuestras aportaciones, experiencias e identificaciones si las hubiere.)
Después de unos pocos años de ejercer la profesión de trabajo social en un centro de acción social y pasadas no pocas “aventuras y desventuras” en este viaje, he hecho un alto en el camino, me he tomado una tarde sabática para repasar mis fuerzas, escanear mi mente y hacer la hoja de ruta que me permita “mantener la marcha sin morir en el intento”.
No puedo olvidar de dónde vengo, con qué equipaje salí de casa, los medios de transporte que he tenido que utilizar, los viajeros que he conocido en el trayecto y con los que aún hoy estoy compartiendo esta aventura.
Recuerdo el entusiasmo y motivación con los que partimos a finales de los 80 después de haberse promulgado las primeras leyes de acción social autonómicas que garantizaban el sistema público de servicios sociales, cómo vaciamos la mochila de beneficencia y paternalismo para llenarla de políticas sociales de igualdad, universalidad y solidaridad .Eran muchas las ganas de hacer bien las cosas, muchas las buenas voluntades que unían nuestro trabajo, y pocos los cuestionamientos en esos primeros pasos del camino.
En nuestros primeros apeaderos consumimos cursos seminarios, jornadas, mesas redondas.... para reciclarnos, formarnos y ponernos al día de las necesidades y los recursos que iban surgiendo.
Vimos cómo habitáculos obsoletos se convertían en nuestros sedes, llenándolos de mesas olvidadas, archivadores que no archivaban y despachos que no despachaban. Aún así , allí realizamos acopio de información de las infraestructuras y recursos sociales de los municipios e hicimos nuestras primeras radiografías de la población con la que íbamos a trabajar .Fue una etapa difícil, pero no exenta de ganas de realizar un buen trabajo y cambiar y consolidar el nuevo modelo de bienestar social, saliendo de la intervención necesidad –recurso para incorporarnos a intervenciones más integrales, participativas y transformadoras con acciones polivalentes y multiprofesionales desde las diversas redes sociales existentes.
Asentados en los vagones de los trenes de los años 90 y discurriendo por los raíles y paradas de los diferentes ayuntamientos empezamos a encontrarnos con los diversos “alcaldes-revisores” que nos iban pidiendo los “billetes profesionales” de nuestro trabajo.
Conocimos entre otros a “alcaldes benefactores” que seguían manteniendo la beneficencia en sus presupuestos municipales, “alcaldes despistados” que desconocían nuestro trabajo y nos derivaban a actuaciones variopintas que nada tenían que ver con nuestro cometido, “alcaldes populistas y solidarios”, que no dudaba en utilizar nuestro nombre y profesión, ofreciendo promesas electoralistas y su trabajo por la causa social. Y también nos encontramos con alcaldes y políticos comprometidos que desde el principio trabajaron por sacar la caridad de sus ayuntamientos y apostaron por el sistema público de servicios sociales.
Tuvimos que adquirir muchas dosis de paciencia, con algunas ignorancias sociales que se cruzaban en nuestro camino teniendo como objetivos y referentes los avales legislativos de universalidad, igualdad, normalización, integración, descentralización, planificación y coordinación del deseado estado de bienenestar.
Al adentramos en “la autopista” de esta nueva década del 2000 subimos a nuevos trenes, de mayores comodidades y mejores velocidades.
Con la información surge la formación social de nuestros usuarios. Saben quien es “su médico de cabecera social”, reconocen la atención de base y la especializada, nuestras derivaciones y coordinaciones para poder ser mejor atendidos y por su parte los dirigentes políticos son conscientes del protagonismo que esta profesión tiene dentro de de la acción social.
A su vez y en torno a la generalización y universalización de derechos sociales, se consolidan y hacen efectivos presupuestos públicos y subvenciones para cubrir las necesidades existentes.
Surgen diferentes estructuraciones, sistematizaciones y la cada mayor incorporación de la polémica burocratización de los servicios públicos. Con ella seguimos el camino, adentrándonos en nuevos paisajes, recorriendo las rutas de los nuevos organigramas, con sus jefaturas, sus jefes de servicio, de sección, de negociados, de programas, coordinadores, coordinadores de coordinadores, técnicos responsables y responsables técnicos, administrativos, auxiliares,.... teniendo que hacer paradas en variedad de despachos y salas de reuniones.
Con tanto “nuevo profesional “el intento de no morir en el intento” requirió mayor esfuerzo: éramos pocos más en la base y muchos más en el puente de mando.
En la acampada de la burocracia, empezamos a tener mejores mochilas, con nuevas infraestructuras. Fuera de los antiguos despachos reciclados ocupamos los nuevos centros de acción social, rodeados de servicios especializados y muchos más profesionales de la acción social.
Las nuevas tecnologías aligeraron nuestro equipaje, sustituyendo nuestras máquinas de escribir por ordenadores, el bolígrafo manual por el digital, nuestros modelos de informe y recogida de datos en soporte papel por el modelo informático SIUSS, SAUSS ó similares.
“La madre burocracia” nos aporta además innovadores técnicas para continuar nuestro camino. Tal avisador de radares va anunciando los “riesgos” con los que nos vamos a encontrar: “Atención, entra Vd en un control de cantidades”. “Cruce de datos en la red”, “Radar de estadísticas en un mes”, “Semáforo de plazos a 15 días”, “Cruce de caminos, gire a la derecha”, etc.
A lo largo del trayecto hemos comprobado también como muchos trabajadores y trabajadoras sociales, se han ido desgastando y perdiendo las ilusiones iniciales al ver cómo se han convertido en muchas ocasiones en meros gestores de recursos, como ya no hacen tantas paradas para las visitas domiciliarias ni para las coordinaciones con otros viajeros/profesionales del camino, ni para recoger el avituallamiento necesario.
Por su parte, las necesidades, instaladas en todos los estratos sociales, vienen acompañadas de nuevos elementos disfuncionales. Y los recursos se canalizan a través de variedad de leyes, decretos, ordenamientos, protocolos, y largas gestiones burocráticas,
En el año 2007, se aprueba la Ley de Autonomía personal y Atención a personas dependientes que garantiza derechos sociales subjetivos y fortalece aún más el cuarto pilar del bienestar social. Al usuario se le da opción no solo a demandar recursos, sino también a reivindicarlos.
Surgen nuevos retos profesionales al contribuir desde nuestra intervención profesional a que se potencien y se hagan efectivos los derechos subjetivos de los dependientes y sus familias., realizar seguimientos de la provisión de prestaciones y servicios elegidos y valorar su eficacia desde la aplicación de los servicios y prestaciones adecuadas a las realidades de los dependientes y las de su entorno.
La crisis económica actual nos acerca además, cada jornada nuevos perfiles de usuarios desempleados, hipotecados y endeudados solicitando las prestaciones de urgencia y los nuevos subsidios que se han tenido que incorporar a nuestro fichero de recursos.
Se hacen evidentes los cambios de paisaje, con importantes transformaciones sociales e incorporaciones de una gran heterogeneidad en la tipología de las familias con cada vez mayor número de mujeres integradas en el mundo laboral, inmigrantes de diferentes países insertados en nuestra sociedad, mujeres victimas de violencia de género, familias desestructuradas con hijos “Ni-NI” y padres “No-No” y usuarios dependientes de las lentas gestiones de la ley de dependencia.
En la actual fase del camino más que nunca necesitamos trabajar “sin morir en el intento” reconociendo como algunos “burócratas asépticos” y “políticos profesionalizados”, ralentizan la velocidad de estos nuevos trenes, pero con los que aún así hemos de seguir viajando. Será nuestro bagaje de responsabilidad y rigor profesional el que ha de servir de aval del nuevo carnet profesional que sustituya a los viejos billetes que se nos pedían en los primeros trenes.
Con los resultados de este autochequeo me siento en la necesidad de prevenir riesgos de anemias y depresiones.
Así, cual galeno, echo mano del “Vademecum Social” para prescribir terapias alternativas, no invasivas ni abrasivas ni tampoco homeopáticas que eternicen el tratamiento.
Todas las mañanas antes de salir a trabajar una toma del complejo vitamínico de principios de trabajo social y código deontológico actualizada.
Una toma diaria de responsabilidad profesional, ante los intentos de aseptismo, comodidad e inmovilismo.
Para los excels y cruce de variables cuantitativas un envase de sistematización cualitativa.
Para las malas digestiones y “malos estares” de nuestros bienestares sociales, tisanas de relajación, reflexión y autoevaluación.
Hierro para las anemias sociales.
Mantener el nivel de leucocitos y glóbulos rojos en los mínimos establecidos, con el complejo vitamínico: trabajo- social-calidad-ético.
Prevención de subidas de colesteroles, tratando de no ingerir prácticas grasas adaptativas.
Para los ataques del inmovilismo e individualidad terapias de trabajo coordinado, integrado y unificado.
Para los procesos inflamatorios que provoquen las ineludibles gestiones, parches de agilidad, eficacia y prácticas reflexivas y transformadoras.
Finalmente a los sarpullidos de la lenta burocracia, proporcionar intervenciones profesionales con dosis de solidez, sentido crítico y reivindicativo en la consecución de derechos sociales.
Todos estos cambios nos obligan a realizar un trabajo cada vez más integral, transversal, sistémico e integrador para continuar en el camino de acciones sociales eficaces, eficientes y por ende más efectivas
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