miércoles, 20 de marzo de 2013


 
(Hace unos días mi compañero de aventuras blogueras y de incio en el trabajo de  los servicios de base, Samuel Nuñez Pestaña, me mandó el enlace de su blog,  Mirada Social  con la reflexión de las jornadas de celebración de los 25 años de constitución de los servicios sociales básicos de esta comunidad y aunque estos días han sido muy reflexivos y enriquecedores en aportaciones, me volvió a recordar  el artículo que en el 2010 publiqué en la Revista de Servicios Sociales y Política Social  con el mismo titulo que enmarco este post. No lo he querido resumir y aunque es un poco más largo que los otros que acostrumbro a colgar  me atrevo a participarlo  íntegro. El final del mismo no es otra cosa que el motivo de este blog. Aquello que yo había puesto en texto a modo de vademecum, se ha convertido en blog, en libro virtual con imágenes (en la portada de este blog) después y desde ayer en formato papel.
Espero vuestras aportaciones, experiencias e identificaciones si las hubiere.)


 
Después  de unos pocos años de ejercer la profesión de trabajo social en un centro de acción social y pasadas no pocas  “aventuras y desventuras” en este viaje, he hecho un alto en el camino, me he tomado  una tarde sabática para repasar mis fuerzas, escanear mi mente y hacer la  hoja de ruta  que me permita  mantener la marcha sin morir en el intento”.
No  puedo olvidar  de dónde vengo,  con qué equipaje salí de casa,  los medios de transporte que he tenido que utilizar,  los viajeros que he conocido  en el trayecto y con los que aún hoy estoy compartiendo esta aventura.

Recuerdo el entusiasmo y motivación  con los que  partimos a finales de los 80  después de haberse promulgado las primeras leyes de acción social autonómicas que garantizaban el sistema público de servicios sociales, cómo vaciamos la mochila de beneficencia y paternalismo  para  llenarla de políticas sociales de igualdad, universalidad y solidaridad .Eran muchas las ganas de hacer bien las cosas, muchas las  buenas voluntades que unían nuestro trabajo, y  pocos los cuestionamientos   en esos  primeros pasos del camino.
En nuestros primeros apeaderos consumimos cursos seminarios, jornadas, mesas redondas.... para reciclarnos, formarnos y  ponernos al día  de las necesidades y los recursos que iban surgiendo.
Vimos cómo habitáculos obsoletos se convertían en nuestros sedes, llenándolos de mesas olvidadas, archivadores que no archivaban y despachos que no despachaban. Aún así , allí realizamos  acopio de  información de las infraestructuras y recursos sociales de los municipios e hicimos nuestras primeras radiografías de la población con la que íbamos a  trabajar .Fue una etapa difícil, pero no  exenta de ganas de realizar un buen trabajo y cambiar y consolidar el nuevo modelo de bienestar social, saliendo de la intervención necesidad –recurso  para incorporarnos a  intervenciones más integrales,  participativas y  transformadoras con  acciones polivalentes y  multiprofesionales desde las diversas redes sociales existentes.
Asentados  en los vagones de los trenes de los años 90 y discurriendo por los raíles y paradas de los diferentes ayuntamientos  empezamos a encontrarnos con los diversos “alcaldes-revisores” que nos iban pidiendo  los  “billetes profesionales” de nuestro trabajo.
 Conocimos entre otros a “alcaldes benefactores” que  seguían manteniendo la beneficencia en sus presupuestos municipales, “alcaldes despistados” que desconocían nuestro trabajo y nos derivaban a actuaciones variopintas que nada tenían que ver con nuestro cometido,  “alcaldes populistas y solidarios”, que no dudaba en utilizar nuestro nombre y profesión, ofreciendo  promesas electoralistas y su trabajo por  la causa social. Y también nos encontramos con  alcaldes y políticos comprometidos que  desde el principio trabajaron por sacar la caridad de sus ayuntamientos y  apostaron por el sistema público de servicios sociales.
Tuvimos que adquirir muchas dosis de paciencia, con algunas  ignorancias sociales que se cruzaban en nuestro camino  teniendo como objetivos y  referentes  los avales legislativos de universalidad, igualdad, normalización, integración, descentralización, planificación  y coordinación del deseado estado de bienenestar.
 Al  adentramos  en “la autopista” de  esta nueva década del 2000 subimos a nuevos trenes, de mayores comodidades y mejores velocidades. 
Con la información surge  la formación social de nuestros usuarios. Saben quien es “su médico de cabecera social”, reconocen  la atención de base y  la especializada,  nuestras derivaciones y coordinaciones para poder  ser mejor atendidos y por su parte los dirigentes políticos son  conscientes del protagonismo que esta profesión tiene dentro de  de la acción social.
            A su vez y en  torno a la generalización y universalización de derechos sociales, se consolidan y hacen efectivos presupuestos  públicos y subvenciones para cubrir las necesidades existentes.
 Surgen diferentes estructuraciones, sistematizaciones y la cada mayor incorporación de  la polémica  burocratización de los servicios públicos. Con ella  seguimos el camino, adentrándonos en nuevos paisajes, recorriendo las rutas   de los nuevos organigramas, con sus jefaturas,  sus jefes de servicio, de sección, de negociados, de programas, coordinadores, coordinadores de coordinadores, técnicos responsables y responsables técnicos, administrativos, auxiliares,.... teniendo que hacer paradas en variedad de despachos y salas de reuniones.
Con tanto “nuevo profesional “el intento de no morir en el intento” requirió mayor esfuerzo: éramos pocos más en la base y muchos más en el puente de mando.
En la acampada de la burocracia, empezamos a tener mejores mochilas, con nuevas infraestructuras. Fuera   de los  antiguos   despachos reciclados ocupamos  los nuevos  centros de acción social, rodeados de servicios especializados y  muchos más   profesionales de la acción social. 
Las nuevas  tecnologías aligeraron  nuestro equipaje, sustituyendo   nuestras máquinas de escribir por ordenadores, el bolígrafo manual por el digital, nuestros modelos de informe y recogida de datos en  soporte papel por el modelo informático SIUSS, SAUSS ó similares.
“La madre burocracia” nos aporta además  innovadores  técnicas  para continuar  nuestro camino. Tal avisador de radares  va anunciando los “riesgos” con los que nos vamos a encontrar: “Atención, entra Vd en un control de cantidades”. “Cruce de datos en la red”, “Radar de estadísticas en un mes”, “Semáforo de plazos a 15 días”, “Cruce de caminos, gire a la derecha”, etc.
 A lo largo del  trayecto hemos  comprobado también  como  muchos trabajadores y trabajadoras  sociales, se han   ido desgastando y  perdiendo las  ilusiones iniciales  al ver cómo se han convertido  en muchas ocasiones en meros gestores de recursos, como ya no hacen tantas paradas para las visitas domiciliarias ni para las coordinaciones con otros viajeros/profesionales del camino, ni para recoger el  avituallamiento necesario.
Por su parte, las necesidades, instaladas en todos los estratos sociales, vienen acompañadas de nuevos elementos disfuncionales. Y los recursos se canalizan a través  de variedad de leyes, decretos,  ordenamientos, protocolos, y  largas  gestiones burocráticas,
 En el año 2007, se aprueba  la Ley de Autonomía personal y Atención a personas dependientes que garantiza  derechos sociales subjetivos y fortalece aún  más el cuarto pilar del bienestar social. Al   usuario se le da opción no solo a demandar recursos,  sino también a  reivindicarlos.
Surgen nuevos retos profesionales al contribuir desde nuestra intervención profesional a  que se potencien y se hagan efectivos los derechos subjetivos de los dependientes y sus familias., realizar  seguimientos de  la provisión de prestaciones y servicios elegidos y valorar su eficacia desde la aplicación de los servicios y prestaciones adecuadas a  las  realidades de los dependientes y las  de su entorno.
 La crisis económica actual nos acerca además, cada jornada  nuevos perfiles de usuarios desempleados, hipotecados y endeudados solicitando las prestaciones de urgencia y los nuevos subsidios que se han tenido que incorporar a nuestro fichero de recursos.
Se hacen evidentes los cambios de paisaje, con importantes transformaciones sociales e incorporaciones de una gran heterogeneidad en la tipología de las familias con cada vez mayor número de mujeres integradas en el mundo laboral, inmigrantes de diferentes países insertados  en nuestra sociedad, mujeres victimas de violencia de género, familias desestructuradas con hijos  “Ni-NI” y padres “No-No” y  usuarios dependientes de las  lentas  gestiones de la ley  de dependencia.
 En la actual fase del camino más que nunca necesitamos trabajar “sin morir en el intento” reconociendo como  algunos “burócratas asépticos” y “políticos profesionalizados”, ralentizan la velocidad de estos nuevos trenes, pero con los que aún así  hemos de seguir viajando. Será nuestro bagaje  de responsabilidad y rigor profesional  el  que ha de servir de aval  del  nuevo  carnet profesional   que sustituya a los viejos billetes  que se  nos pedían  en  los primeros trenes.
 Con los resultados de este  autochequeo me siento en la necesidad de prevenir  riesgos de anemias y depresiones.
Así, cual galeno, echo mano del “Vademecum Social” para prescribir terapias alternativas, no invasivas  ni abrasivas ni tampoco homeopáticas que  eternicen el tratamiento.

Todas las mañanas antes de salir a trabajar una toma del complejo vitamínico  de  principios de trabajo social y código deontológico actualizada.
Una toma diaria de responsabilidad profesional, ante los  intentos de aseptismo, comodidad e inmovilismo.
Para los  excels y cruce de variables cuantitativas un envase de sistematización cualitativa.
Para las malas digestiones y  “malos estares” de nuestros bienestares sociales, tisanas de relajación, reflexión y autoevaluación.
Hierro para las anemias sociales.
Mantener el nivel de leucocitos y glóbulos rojos  en los mínimos establecidos, con el    complejo vitamínico: trabajo- social-calidad-ético.
Prevención de subidas de  colesteroles, tratando de no ingerir prácticas grasas adaptativas.
Para los ataques  del inmovilismo e individualidad  terapias de trabajo coordinado, integrado   y unificado.
Para  los procesos inflamatorios que provoquen las ineludibles gestiones, parches de agilidad, eficacia  y prácticas reflexivas y transformadoras.
Finalmente a  los sarpullidos de la lenta  burocracia, proporcionar intervenciones profesionales con  dosis de solidez, sentido crítico y reivindicativo en la consecución de derechos sociales.

Todos estos cambios nos obligan a realizar  un trabajo cada vez más integral, transversal, sistémico  e  integrador  para continuar en el camino de  acciones  sociales    eficaces, eficientes  y por ende  más efectivas
 


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MAREA NARANJA

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