miércoles, 8 de noviembre de 2023




     Parece paradójico hablar y practicar con la ética en los momentos convulsos de conflictos y guerras que estamos viviendo en el mundo actual. Sin embargo, a pesar de visualizarse de forma tan lejana en esos lugares su práctica, es más necesaria que nunca en nuestra vida cotidiana.

 Rememorando a Adela Cortina “la ética reflexiona de manera ordenada sobre lo que es correcto o incorrecto para aplicar el resultado de esta reflexión a la práctica de la vida cotidiana”. Desde esta premisa se nos facilita realizar actuaciones éticas bajo el principio de “el deber hacer” idóneamente argumentado.

Recientemente he tenido el privilegio de poder impartir y compartir junto con la directora de la Estrategia de ética de Andalucía, Inmaculada Asensio Fernández, un curso de ética aplicada configurado en torno a “La práctica de la deliberación ética para formar parte de un Comité de Ética de los Servicios Sociales”, dirigido a profesionales de los servicios sociales andaluces. Su organización, objetivos y funcionalidad ha sido referenciado por la propia Inmaculada Asencio en el artículo de su blog que aquí se enlaza.

En el transcurso del curso hemos reflexionado sobre nuestra ética de la vida cotidiana, en la pensada y la vivida y practicado con el método deliberativo propuesto por  el Dr. Diego Gracia Guillén, método que nos  propone  trabajar con la ética que no etiqueta, la justa, la benefactora, la que no lesiona y ayuda a valorar con libertad de criterio.

Compartimos problemas, conflictos y dilemas éticos que nos surgen en la atención con los usuarios de los servicios sociales. Sus historias de vida, principios y valores nos han comprometido a deliberar en torno a los cursos de actuación extremos deseados y no deseados, detenernos en los cursos intermedios posibles y concretar el curso óptimo de acción adecuada.

Deliberando nos hemos adentrado en nuestra propia concepción de la ética.

Deliberando compartimos experiencias y no nos aislamos

Deliberando compartimos dudas y dilemas, sacamos lastres y relajamos nuestras actuaciones profesionales procurando la excelencia.

Deliberando nos empoderamos personal y profesionalmente.

Deliberando practicamos la prudencia y la flexibilidad.

Deliberando sentimos la necesidad de seguir deliberando, sin detenernos en respuestas rápidas y en fáciles cuantificaciones exentas de la eficacia y cualificación necesaria.

En definitiva, deliberando desde la ética hemos buscado las solución más óptima, la más prudente y menos dañina, teniendo así la oportunidad de adentramos en un mundo más justo y solidario en el que ningún conflicto no sea ajeno.

 

PD: Deliberando al escribir estas reflexiones descubro cuanto he aprendido con el grupo de profesionales de los servicios sociales de Andalucía que participó en este curso y de su ética profesional e incorporo una nueva vitamina para mi “vademécum social.

 

.


miércoles, 12 de julio de 2023

          En el último número de la revista de Servicios Sociales y Trabajo Social centrado en el trabajo social crítico, aparece un excelente artículo firmado por Inmaculada Asensio Fernández, con el título Reflexión crítica sobre la desvalorización institucional de la profesión de Trabajo Social en el tratamiento de las Adicciones” (ver enlace) ,cuyo contenido me ha dado motivo de comentario y análisis a través de este post.

    Realiza su autora una introducción refiriendo los orígenes del trabajo social, nuestro bagaje y la conformación profesional con el reciente reconocimiento como profesión de referencia en los servicios sociales. Resalta como, aun así, nuestra profesión sigue teniendo déficits en el reconocimiento por parte de otros profesionales y profesiones afines.

         La experiencia de desvalorización del trabajo social que Inmaculada relata en su artículo enmarcado en el entorno institucional del tratamiento de las adicciones, se puede trasladar a otros muchos campos institucionales tanto públicos como privados. Pero son escasos los profesionales que lo reflexionan, denuncian y divulgan como lo hace ella. No cabe duda de su acto de valentía, pero creo que lo que más la caracteriza es el acto de responsabilidad profesional y un gran ejercicio de ética aplicada.

         Analicemos esta aplicación ética desde los principios y articulado de nuestro código deontológico, ese “vademécum social” que hemos de tener como referente en el ejercicio de nuestra actividad diaria, sin olvidar que el resto de los profesionales que conforman el equipo de trabajo que referencia en el artículo su autora, también disponen de sus propios códigos deontológicos y que para todos ellos son instrumentos necesarios en el buen hacer profesional.

         En la relación entre profesionales, los códigos deontológicos profesionales, establecen la necesidad de profesionalidad, coordinación, intercambio de conocimientos para mejorar la intervención y el respeto recíproco entre profesionales en el ejercicio de sus actuaciones. Se indica, además, la conveniencia de comunicar a los responsables y/ó directivos de las instituciones para las que se trabaja todo aquello que obstaculiza su labor profesional desde la responsabilidad principal hacia las personas que se atiende y ante la precepción de vulnerabilidad de sus derechos, proponer los cambios, procedimientos y actuaciones necesarias a la institución para la que se trabaja.

         Es sin duda un acto de responsabilidad profesional el que realiza Inmaculada, tras quedar patente hechos de vulnerabilidad de los usuari@s que atiende y manifestarse la desvalorización que de sus actuaciones realizan el resto de los profesionales que conforman el equipo de trabajo.

         Primer indicio de desvalorización profesional:

Vulneración de derechos profesionales. Cuando desde su inclusión en la unidad de trabajo, se le reserva un espacio carente de las condiciones adecuadas, visualizándose más que un despacho de trabajo, un lugar donde “ha sido despachada”, impidiendo proporcionar la adecuada atención a los usuari@s del servicio.

Segundo indicio de desvalorización profesional

Miembros de su   equipo de trabajo le asignan funciones de otra profesional (auxiliar de clínica en este caso), cuando dicha auxiliar está ausente. Queda evidente el ejercicio de funciones jerárquicas que no corresponden y como se propicia usurpación de funciones profesionales. En este caso con categoría diferente y manifiesta motivación de desvalorización de las funciones propias del trabajo social.

Tercer indicio de desvalorización profesional

Minimizar las acciones profesionales que realiza: trabajo centrado en la persona y su entorno, coordinación con otras instituciones, trabajo en red para propiciar el bienestar e integración de los usuari@s afectados, ignorando de esta forma, las funciones que le son propias en el campo de las adicciones.

Cuando otro profesional del equipo determina a motu propio, que el trabajador@ social “se centre en sus paguicas” y cuestiona la información y gestión que se le realiza a los usuari@s y su sistema de coordinación, ese profesional está incurriendo en perjuicio y desvalorización incumpliendo claramente su propio código deontológico.

 Y cuando se realiza  una dinámica de trabajo unidireccional y de forma vertical con claros tintes de intento de subalternidad, la desvalorización entra en una peligrosa progresión.

Es principio básico en el abordaje del trabajo social “la promoción integral de la persona, considerándola como un todo, desde sus capacidades potenciales y los múltiples factores internos y externos circunstanciales. Supone superar visiones parciales, unilaterales, así como integrar la intervención a través de la interprofesionalidad” (Art 7, 7 del Código Deontológico de TS).

Si se ignora este principio, como así se nos ha relatado, es lógico que las tensiones y conflictos se agranden y la ética se cuestione, teniendo necesidad de dirimir soluciones en el ámbito externo, optando por la propuesta al responsable de la institución de la creación de un Comité de Ética, como herramienta de apoyo esencial para romper esta progresiva cadena de desvalorización.

La falta de empatía e ignorancia ética quedan expuestas en la respuesta que realiza el responsable institucional, alegando que “la deliberación ética parece ser más útil para personas que no tiene mucha experiencia profesional”.  Es aquí donde la desvalorización profesional llega a su cumbre y triunfa.

El desprestigio profesional, abuso de poder y desvalorización de los principios y funciones de la profesión pueden llevar al desgaste y/ó anulación de los profesionales que la ejercen, o llegar a la adaptación sin cuestionamientos. El reto es el ejercicio del trabajo social crítico y reivindicativo en la aplicación ética, que como sabiamente dice Adela Cortina, no se quede en “la cosmética, porque los maquillajes mejoran el aspecto de las personas durante un tiempo, pero no las transforman por dentro”.

Enhorabuena Inmaculada por ejercer el trabajo social crítico y reivindicar los valores y principios éticos de nuestra profesión demostrando que nadie es más que nadie en la defensa de los derechos y la dignidad humana.

 


MAREA NARANJA

MAREA NARANJA
Pincha aquí

Este blog forma parte de la BlogTSfera

Este blog forma parte de la BlogTSfera
Pincha para entrar
Con la tecnología de Blogger.

Entra aquí

Traductor

Seguidores