En junio de 2013, formulé en este blog mi particular código de la buena práctica ética, reflexionando en torno a los conflictos éticos que se nos presentan en la intervención del trabajo social cotidiano (ver artículo ). Han pasado más de dos años y aquel código que dejé enunciado en esa entrada, hoy por su vigencia y necesidad de preservarlo, me he permitido convertirlo en pergamino. Os lo participo. Espero que sea de nuevo motivo de reflexiones y análisis en torno a la necesidad del la ética bien aplicada.
sábado, 31 de octubre de 2015
CÓDIGO DE LA BUENA PRÁCTICA ÉTICA
En junio de 2013, formulé en este blog mi particular código de la buena práctica ética, reflexionando en torno a los conflictos éticos que se nos presentan en la intervención del trabajo social cotidiano (ver artículo ). Han pasado más de dos años y aquel código que dejé enunciado en esa entrada, hoy por su vigencia y necesidad de preservarlo, me he permitido convertirlo en pergamino. Os lo participo. Espero que sea de nuevo motivo de reflexiones y análisis en torno a la necesidad del la ética bien aplicada.
jueves, 8 de octubre de 2015
“IMPOSIBLE NO COMUNICAR”
Traducir el lenguaje del otro, decodificar los
mensajes analógicos que nos trasmiten no siempre es una tarea fácil.
La posibilidad de que una palabra ó un mensaje no
logre su objetivo ocurre, a veces, ó
bien porque el emisor la distorsiona y no la expresa adecuadamente ó bien porque es
incapaz de producir las silabas y sonidos
adecuados.
He
podido comprobar en mi ejercicio profesional, a través del contacto con
dos personas que sufren disfunciones en
el lenguaje (niña con dispraxia verbal y anciana con alzhéimer) la imposibilidad
de no comunicar que expresó Paul Watzlaxick en su teoría de la comunicación
humana.
La niña, de ocho años, me recibe con recelo y
vergüenza. Me presenta a su perro, enseña sus juguetes y su casa y cuenta sus vivencias en el colegio articulando
medias palabras, siseándolas, balbuceando y entrecortándolas. Cuando es
consciente de que su lenguaje es ininteligible, los gestos, las expresiones
faciales, las señas y sus dibujos se convierten en los mejores aliados de su
comunicación. No sabe leer ni escribir pero dibuja en su
cuaderno con la misma facilidad que expresa con
su cara lo que me quiere decir. Habla a su perro con su particular
lenguaje y éste le entiende mejor que yo. Es entonces cuando descubro viendo la simbiosis del lenguaje entre la niña y su
mascota, lo fácil que es entender cuando no se lucha por interpretar la palabra no dicha y
como los titubeos desaparecen cuando
aparece la sonrisa de la niña acompasada
del ladrido de su mascota.
La abuela, con alzhéimer, no encuentra las palabras
adecuadas para transmitir la belleza de la sonrisa de la niña y lo que siente. Ella si habla, habla y habla, de corrido, sin dar sentido a lo que dice. Se remonta al
pasado sin problema y duda del presente. Comprende parte de lo que se le dice
pero su conversación se diluye sin sentido en medio de un mar de torpezas y
equivocaciones. También ella ha
desarrollado el lenguaje gestual. Mira, ríe, llora, acaricia, besa y así comunica todo lo que no puede expresar con
la palabra olvidada.
Qué fácil es comunicar para quien puede y qué
difícil es para quien queriendo no puede o pudiendo ha perdido la capacidad de
hacerlo. Que fácil y que difícil pero nunca imposible. A la palabra no dicha
siempre la sustituyen las miradas, los afectos, los gestos y las emociones.
Anciana y niña me han hablado a su
manera y me han enseñado una vez más que aunque se corten, distorsionen ó desaparezcan las palabras, nunca lo hacen
los sentimientos y las emociones. Imposible
no comunicar…..
domingo, 3 de mayo de 2015
PARADOJAS DE LA CRISIS EN SERVICIOS SOCIALES
No hay día en el que las consecuencias y derivas de
la crisis no pasen por los despachos de los servicios sociales y que de tanto
mostrarse no estén, por desgracia, empezando a normalizarse. En su ya largo recorrido ha ido sucumbiendo a
la continua paradoja en su gestión. La primera y más grave, surge cuando como reacción a la cada vez mayor demanda
de recursos y prestaciones sociales, se aumentan los recortes en la cartera
de los servicios públicos básicos
necesarios.
Se comienza con la teoría del ahorro y el mantra de la austeridad gestionando
iniciativas como que:
-Para afrontar la
crisis, es necesario realizar ajustes. Con esta premisa,
se restringen presupuestos,
eliminan programas sociales y reduce personal no necesario. Esta norma
justifica las consiguientes acciones y
nuevas paradojas.
-Sin recursos públicos
suficientes y con el aumento de las necesidades, es necesario fomentar el apoyo a la
iniciativa privada. Es así como los menguados presupuestos públicos
paradójicamente se engrandecen para
subvencionar los privados.
Mientras, los dirigentes que se han presentado como garantes de la
falsa salida de la crisis, convierten en estructural todo tipo de ayudas que
inicialmente se concibieron como coyunturales y que se han convertido en una
losa difícil de sobrellevar. De las cíclicas prestaciones de desempleo iniciales, se ha pasado a sus demandas
permanentes y los repartos de alimentos que en su día eran puntuales y
periódicos, se han convertido en un programa protocolorizado, con registro
exhaustivo de sus usuarios por exigencias de una comunidad europea que obligó a
la austeridad y los recortes y ahora (nueva paradoja) apoya con presupuesto
para alimentos. Primero provocamos el
hambre y la necesidad y ahora te doy de
comer….
Todo este proceso lleva a una
individualización de la necesidad, según la cual los riesgos y
oportunidades de los individuos han de ser valoradas e interpretadas en
beneficio de una estadística y control al estilo más retrógrado y benéfico,
pasando de
defender soluciones colectivas de las necesidades sociales a la preferencia por
que se satisfagan demandas de “seudobienestar
individual”. Aparecen de
esta manera, los nuevos riesgos sociales que sustituyen la acción
inclusiva por la redistributiva.
De esta forma el estado de
bienestar no podrá ser sostenido en las
bases de universalidad e igualdad que lo sustentan y seguirán acumulándose bolsas de vergüenza y deshumanización.
Esto ya no es paradoja, esto se ha convertido en una burla.
lunes, 12 de enero de 2015
CUANDO EL ESTADO DE BIENESTAR ERA SÓLIDO….
Hubo
un tiempo en el que el estado del bienestar era sólido, firme, fuerte y fluido
y en el que el trabajo social sostenía
su estructura y práctica con razonamientos mucho más seguros y eficaces.
Hubo
un tiempo en el que la acción social dejó de ser benéfica para ser portadora de
derechos sociales y no se sometía a más
intereses que a los de una ciudadanía que buscaba el reconocimiento de sus
derechos.
Hubo
un tiempo en el que las administraciones que gestionaban las políticas sociales fomentaban el servicio
a la ciudadanía y permitían a sus
profesionales que ejercieran su responsabilidad ética sin presiones ni
coacciones.
Hubo
un tiempo de mayor compromiso profesional y menor sometimiento a la desidia y la inacción de las políticas clientelistas que convierten a trabajadores capaces en funcionarios serviles.
Hubo
y hay nuevos tiempos en los que las acciones benefactoras son la base de la
acción social y a los/as trabajadores/as
sociales se les delega únicamente
la distribución de recursos
reduccionistas y propagandistas.
De nuevo la caña y el pescado se hacen protagonistas
de las políticas sociales pero con importantes modificaciones: se deja de adquirir cañas, para
invertir solo en distribución de pescado. Y “los consumidores” de los actuales servicios
sociales, surtidos de pescado, al pedir
su caña para aprender a pescar por sí mismos, se encuentran con las existencias agotadas, las estructuras
sociales fragmentadas y a los trabajadores minimizados.
Cuando
el estado del bienestar era sólido, sus profesionales eran fuertes, útiles y
empoderaban a la ciudadanía. Pero cuando
la acción social se ha coagulado y anquilosado, muchos de estos profesionales se han acomodado en un
escenario que no les representa, viendo administrar recursos de forma injusta e irresponsable, disculpando incompetencias con
complicidades y haciendo como que no se ve.
Hubo un tiempo en el que estado de bienestar era sólido.
Nuevos tiempos nos obligan a recuperarlo, a
recuperarnos….
PD: Tanto el título como el contenido de este post
me lo ha inspirado un libro que he leído
recientemente y recomiendo. Se trata de “Todo lo que era sólido” de Antonio
Muñoz Molina
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