Traducir el lenguaje del otro, decodificar los
mensajes analógicos que nos trasmiten no siempre es una tarea fácil.
La posibilidad de que una palabra ó un mensaje no
logre su objetivo ocurre, a veces, ó
bien porque el emisor la distorsiona y no la expresa adecuadamente ó bien porque es
incapaz de producir las silabas y sonidos
adecuados.
He
podido comprobar en mi ejercicio profesional, a través del contacto con
dos personas que sufren disfunciones en
el lenguaje (niña con dispraxia verbal y anciana con alzhéimer) la imposibilidad
de no comunicar que expresó Paul Watzlaxick en su teoría de la comunicación
humana.
La niña, de ocho años, me recibe con recelo y
vergüenza. Me presenta a su perro, enseña sus juguetes y su casa y cuenta sus vivencias en el colegio articulando
medias palabras, siseándolas, balbuceando y entrecortándolas. Cuando es
consciente de que su lenguaje es ininteligible, los gestos, las expresiones
faciales, las señas y sus dibujos se convierten en los mejores aliados de su
comunicación. No sabe leer ni escribir pero dibuja en su
cuaderno con la misma facilidad que expresa con
su cara lo que me quiere decir. Habla a su perro con su particular
lenguaje y éste le entiende mejor que yo. Es entonces cuando descubro viendo la simbiosis del lenguaje entre la niña y su
mascota, lo fácil que es entender cuando no se lucha por interpretar la palabra no dicha y
como los titubeos desaparecen cuando
aparece la sonrisa de la niña acompasada
del ladrido de su mascota.
La abuela, con alzhéimer, no encuentra las palabras
adecuadas para transmitir la belleza de la sonrisa de la niña y lo que siente. Ella si habla, habla y habla, de corrido, sin dar sentido a lo que dice. Se remonta al
pasado sin problema y duda del presente. Comprende parte de lo que se le dice
pero su conversación se diluye sin sentido en medio de un mar de torpezas y
equivocaciones. También ella ha
desarrollado el lenguaje gestual. Mira, ríe, llora, acaricia, besa y así comunica todo lo que no puede expresar con
la palabra olvidada.
Qué fácil es comunicar para quien puede y qué
difícil es para quien queriendo no puede o pudiendo ha perdido la capacidad de
hacerlo. Que fácil y que difícil pero nunca imposible. A la palabra no dicha
siempre la sustituyen las miradas, los afectos, los gestos y las emociones.
Anciana y niña me han hablado a su
manera y me han enseñado una vez más que aunque se corten, distorsionen ó desaparezcan las palabras, nunca lo hacen
los sentimientos y las emociones. Imposible
no comunicar…..
Bonita reflexión!!!
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