En nuestro país ha aparcado el estado del malestar y
cual dependiente con necesidad de ayuda, se le ha reservado plaza de garaje
preferente con su distintivo diferenciador bien a la vista para que nadie se
equivoque en su búsqueda. Sin más apoyo que su propia voluntad y empuje, el
discapacitado estado camina con sus ciudadanos hacia los cada vez más diezmados
servicios sociales públicos.
Inician
su aventura en la rueda de solicitudes
de prestaciones de emergencia encontrándose con l@s
trabajadores/as sociales que acogen su malestar y vergüenza al demandar la ayuda: “si tuviera un trabajo nunca hubiera venido aquí”,
“jamás me había encontrado así”, “si pago el alquiler, no como”, dicen muchos de los solicitantes. “Necesito
comer, no quiero volver a robar para hacerlo”, expresan otros.
Cuando
desde un servicio público se tramitan prestaciones económicas se requieren
justificaciones de las necesidades y si un ciudadano se acerca al mismo con la carencia más esencial como es la
comida, comienza a rodar por una maquinaria del malestares derivados de la
dificultad de justificar el hambre
sobrevenida de los recortes económicos que les impiden comer.
En muchos casos, los usuarios tienen que demostrar que han agotado la comida
entregada por las diferentes ONGs en forma de alimentos no perecederos y l@s
trabajadores/as sociales de los servicios
sociales públicos informar en base al derecho subjetivo, básico, esencial y necesario
que acoge a toda persona de comer todos
los días y no solo cuando se inician campañas de solidaridad y reparto de alimentos.
El
informe del "malestar social" rueda desde los centros de acción social básicos hacia las
oficinas administrativas de “bienestar social” donde dictámenes técnicos han de
ratificar las necesidades demandadas. Cuando
éstas se cuantifican económicamente algunos técnicos encargados de hacerlo y cuidando "en exceso" que los dineros públicos destinados a ayudas de
alimentación se usen adecuadamente, demandan información “objetiva
complementaria”,con especificación de alimentos
recibidos por otros organismos, cantidades,
número de lotes y cuantificación económica.
En este punto, el malestar no solo se acrecienta en el usuario que demanda la ayuda, sino también en el profesional que lo acogió y justificó su valoración en el
derecho que toda persona tiene de alimentarse diariamente
y hacerlo de forma adecuada (también de alimentos frescos, como carne y pescado, que no se
acostumbran a incluir en los famosos lotes).
Inflada de
esta forma la rueda del malestar, ¿cómo evitar que explote?
El estado del malestar social es consecuencia de un
estilo de actuar y l@s profesionales de los servicios sociales públicos no deberían
quedar nunca en evidencia con acciones
de burócrata gris pidiendo justificar lo injustificable y convirtiéndose en
defensores de la arbitrariedad y la humillación.
El usuario al que se le ha puesto tanto requisito, se puede ir sin la prestación pero como
los acampados del 15M hicieron al dejar las plazas públicas, colgará su
pancarta diciéndonos “me voy de aquí sin la ayuda, pero me quedo en vuestras conciencias”.
PD: Cualquier parecido con la realidad de los hechos
descritos no es pura coincidencia.
Duro pero cierto. Me ha gustado mucho. Comparto.
ResponderEliminarGracias Belén por comentar y compartir. Creo que aunque sea duro es necesario sacarlo a la luz.. El silencio nos hace complices.
EliminarUn estado donde los ciudadanos no tienen garantizadas sus necesidades más básicas y son sometidos a lo que relatas, es un estado cruel y violento que no merece ni llamarse estado. Comparto.
ResponderEliminarAsí es Pedro. Y lo peor de todo es que se realicen este tipo de actuaciones justificando "los abusos en la demanda". Sin palabras.A los profesionales nos toca en estos casos un gran trabajo y dar la cara por los usuarios que han llegado con ella tapada de verguenza.
EliminarGracias por compartir.
Muy bien Begoña, se puede decir alto, pero claro ya está escrito. Pero te pregunto, qué hacemos los profesionales de los S. Sociales ante estas situaciones?, los estamos haciendo bien, somos profesionales, repito la palabra, en estas intervenciones, o sólo justificamos nuestro sueldo.
ResponderEliminarSamuel esta es una lucha que ha de salir de la concienciación de que los servicios y prestaciones y sobre todo las de urgencia, se han de gestionar fuera de la excesiva burocracia inspectora, que dilata y más que ayudar a los ciudadanos, se justifica así misma. Los profesionales sobre todo que hemos de hacer es no silenciar estas situaciones y actuar con responsabilidad ética.
EliminarSe sigue justificando todo con eso de que "algunos han vivido por encima de sus posibilidades", es una vergüenza. Se come todos los días, todos los días necesitamos un techo bajo en el que dormir y refugiarnos. No estamos regalando nada, no es nuestro, es colectivo y es cuestión de justicia social. Gracias por esta entrada y por mostrar lo que está ocurriendo. Un saludo.
ResponderEliminarEfectivamente Eladio es cuestión de justicia social y desde esta concepción cambian por completo las formas de "hacer y gestionar" y en momentos como los actuales que se necesita más que nunca trabajar desde la justicia distributiva . Gracias por tu importante aportación.
ResponderEliminarPor fin lo leo Begoña y me complace decirte que has escrito aun mejor de lo que me imaginaba.
ResponderEliminarPor circunstancias ya no estoy en los servicios sociales básicos sino un escalón más arriba, no de poder, no, un escalón de gestión, y me asquean muchas, muchas cosas que oigo a diario, por ejemplo una reciente y de las más suaves :"Una lavadora no se debería entrar dentro de las ayudas de emergencia", claro que los que lo dicen, tienen lavadora, secadora y quien le lave y le planche. Lo único que no tienen es conciencia.
Efectivamente Chiqui hace falta tener más conciencia, empatía, inteligencia emocional y menos prejucios y prepotencia. Gracias por tu comentario.
EliminarQue curioso. Esta entrada y el debate que se generado nos hace pensar, que además de los políticos, principales responsables, hay ortos en la deriva actual. Los que miran, evalúan y juzgan, los que planifican, gestiona y dictaminan, los que resuelven, los que piden que se justifique; es decir los que no ven el rostro de la PERSONA.
ResponderEliminarCuando surgen estas situaciones se comprueba como existe una gran necesidad de mirar mas a los ojos de las personas dejando de juzgarlas desde la lejanía y la falta de empatía. El tema tan actual obliga a continuar reflexionado y escribiendo sobre ello. Nos seguiremos encontrando en este rincón.
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