Hemos entrado en una
nueva fase de relación con el Covid19. Tras el confinamiento, las
esencialidades y excepcionalidades, han llegado desconfinamientos, desescaladas
y ahora la Nueva Normalidad.
Esta Nueva Normalidad nos dicen que es
el camino de retorno a la antigua de nuestra vida cotidiana pero ahora condicionada
a la necesidad de nuevos hábitos y
comportamientos sociales y laborales. El
distanciamiento social, las medidas de
seguridad, protección e higiene serán el marco de nuestras actuaciones.
La mayoría de los profesionales de los servicios sociales desde el primer momento
del confinamiento, hemos estado realizando
trabajo no presencial, atendiendo a
través del hilo telefónico. Han sido tres meses recibiendo y haciendo llamadas a nuestros usuarios, valorando sus necesidades, intuyendo
lo que albergaban sus silencios y escuchando los relatos de sus confinamientos
con la nueva modalidad de trabajo bajo
el código ERTE, que les deja patente su incierto futuro.
En todo este proceso del camino hacia
la Nueva Normalidad a todos nos importa el qué y para qué pero adquiere gran significado el cómo.
Veamos. Pongámonos en la piel de usuario que se acerca al a los servicios
sociales, con la obligada mascarilla,
entre alfombras de desinfección y secado, flechas de señalamiento de ida
y vuelta ,recibido por una persona que
le toma la temperatura , le ofrece el
gel de desinfección y lo conduce al despacho del profesional que los recibe
tras una nueva pantalla, con categoría de mampara , y tras esta visualiza a su
trabajador/a social también con
mascarilla dispuesto a explorar las escaladas y desescaladas de su Nueva
Normalidad. Y en las visitas
domiciliarias, presentándonos enfundados en batas, mascarillas y guantes, algunos
usuarios desconfiados y susceptibles quizás se muestren más escépticos e inseguros. Otros se
acostumbrarán a nuestro nuevo traje y pronto lo verán normal.
Hay que reconocer que no es esta Nueva Normalidad, la más idónea
para valorar dependencias, exclusiones y vulnerabilidades y que los limites en
la relación profesional se convierten
en obstáculos y símbolo de
“anormalidad”, más que de normalidad.
Y
para ejemplo el del mi primera atención
en la esta nueva Normalidad. Una mujer
me habla tras su mascarilla, de su
depresión, del maltrato psicológico recibido por parte de su ex pareja, de su
no denuncia por miedo, del dolor de la mentira, de su presente en soledad, sin medios económicos, de su tratamiento psicológico y de su incierto
futuro. Pregunta por el trámite de la prestación solicitada. Cuando le comunico
la concesión de la misma, veo en una
cara que no conocía hasta ese día, como después de tanta angustia, sus
lágrimas empapan la mascarilla que le sirve de dique de contención y la hace inservible en un momento. “Qué protección
tan innecesaria para esta situación “, me digo. Este virus no sabe de
sentimientos… La invito a que aparte la mascarilla para dejar fluir
sus lágrimas sin obstáculos. Cuando lo hace, por primera vez veo por completo
una cara que había imaginado distinta en conversaciones telefónicas mantenidas
durante el confinamiento. Retirarla le proporcionó una mayor
dosis de dignidad y libertad y quitar la
mía ayudó a hacer más humana la atención
profesional.
Esta Nueva Normalidad estoy segura que nos
obligará en muchas ocasiones como esta a prescindir de las imprescindibles mascarillas para ejercer la verdadera normalidad del
trabajo social.
Querida Begoña:
ResponderEliminarEn los últimos días he recibido un curso sobre prevención de riesgos laborales del covid19, y tengo una sensación interna de rechazo ante esta Nueva Normalidad que tan bien has descrito, y tanto me ha hecho encoger el corazón.
Si, geles desinfectantes, alcoholes, no tocar ni aceptar material que no portes contigo, ni en la oficina ni en los domicilios (p.e. un bolígrafo), todo ello unido a toda una secuencia de vestido y desvestido de batas, mascarillas, pantallas de protección, guantes... y todo aséptico, sin contacto ninguno... pues hasta el visual está en entredicho (...).
Esta Nueva Normalidad es triste y presenta demasiadas barreras psicológicas que no sé de qué manera seremos capaces de desvestir. Espero que la Nueva Normalidad tenga una fecha de caducidad y que esta no sea muy lejana.
Muy buena entrada de blog, un abrazo fuerte.
Inmaculada Asensio Fernández.
Sin desperdicio. Es una ilusión lo de la "nueva normalidad". No es normal acercarse al otro cuando hay barreras interponiéndose. Quizás para otras profesiones tendrá menos impacto pero para el Trabajo Social el contacto humano no puede ser impersonal. Un abrazo
ResponderEliminarEfectivamente Erwin, es muy dificil y nada normal acercarse al otro con barreras. Así la ayuda se aleja mucho de la eficacia y efectividad necesaria. Esperemos que pronto se acabe esta fase.
EliminarGracias por comentar .
Un abrazo
Inmaculada siendo como es todo tan "poco normal" pero a la vez necesarias las indicaciones que se nos realizan para realizar el trabajo protegiendo y protegiéndonos, espero y deseo que aprendamos de todo ello y esta nueva normalidad no nos impida quitar todo tipo de máscaras cuando seamos conscientes del obstáculo que provocan a la empatía, la solidaridad y justicia social que nuestra intervención requiere.
ResponderEliminarMuchas gracias por tu comentario y tus enriquecedoras aportaciones siempre.
Fuerte abrazo.