jueves, 20 de marzo de 2025

EL TRABAJO SOCIAL Y LA INTELIGENCIA ARTIFICIAL

 

Las nuevas tecnologías han irrumpido en nuestras vidas y han llegado para quedarse en todos los ámbitos de la actividad cotidiana, introduciendo nuevos conceptos y formas de hacer las cosas.

El trabajo social no es ajeno a esta transformación. En la década de los 80, los profesionales de este campo desarrollaban su actividad con herramientas básicas, como papel y bolígrafo, que han sido desplazadas por las nuevas tecnologías.

No podemos ignorar estos cambios. Todo avance que suponga mayor agilidad en el trabajo debe considerarse un instrumento de mejora y renovación. Cualquier recurso que facilite el desempeño de las funciones del trabajo social con mayor eficacia y rapidez ha de ser bienvenido; no podemos bajarnos de este tren de alta velocidad. Los nuevos programas informáticos de registro de información han sido y siguen siendo fundamentales para viajar en este tren con mayor eficiencia, permitiendo gestionar trámites y prestaciones en menos tiempo.

Nos encontramos en la era digital, en la que este nuevo paradigma ha transformado el ejercicio de esta y muchas otras profesiones.

"Yo soy de la nueva época digital en el trabajo social. El programa informático me facilita la gestión de forma rápida”, afirmaba una profesional del sector. Sin embargo ,sus intervenciones basadas en la rapidez que le proporcionaba el software, dejaban poco margen para una valoración integral y un diagnóstico preciso, ya que el tiempo disponible para la atención a los usuarios se reducía drásticamente.

Si bien es cierto que la presencia de las nuevas tecnologías agiliza el trabajo, debemos preguntarnos si realmente nos permiten ayudar mejor a las personas. ¿Nos acercan a sus necesidades, principios y valores, o, por el contrario, convierten los programas en un fin en sí mismos, imponiendo sus propios principios dentro de un entramado burocrático en el que la adecuación a los algoritmos preestablecidos se convierte en la prioridad, más cercana a una inteligencia artificial que a una inteligencia humanizadora?

Poco favor hacen los programas que solo recopilan datos y, mediante "inteligencias artificiales"  realizan sus propias valoraciones de idoneidad o no idoneidad. Estos sistemas tienden a transformar a las personas en meros elementos dentro de un proceso automatizado, diseñando respuestas enlatadas, sesgadas, abreviadas, sintetizadas y, en última instancia, deshumanizadas.

El dilema surge cuando los medios informáticos, en los que hoy estamos inmersos, se utilizan más como fin de la intervención que como herramienta de apoyo en la gestión y tramitación. A la hora de analizar las posibles líneas de acción, la balanza se inclina claramente hacia la intervención personalizada, donde ningún algoritmo puede captar una mirada no percibida o una palabra no escuchada. En este contexto, el dilema se resuelve como un principio fundamental: nunca una inteligencia artificial debe sustituir la acción humanizadora.

Con todos los avances informáticos, ahora más que nunca debemos hacer una revisión retrospectiva, reflexionar sobre nuestro origen y esencia profesional, y utilizar la inteligencia artificial para resolver, con inteligencia profesional, los problemas esenciales de las personas. De lo contrario, más que avanzar, retrocedemos en el pensamiento y en el constructivismo activo.

 

 

 

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