Cada
vez más nos encontramos con ese tipo de personas que Adela Cortina define como “profesionales
polarizadores, gente que tiene por profesión enemistar y polarizar”. Están
integrados sobre todo entre la clase política, pero en nuestras relaciones
cotidianas y en el trabajo también abundan.
Allí donde ven un atisbo de consenso
o entendimiento, aparecen discrepando de las experiencias vividas de otros. De
propuestas de relajación u ocio, hacen un discurso estresante y cansino. El/la
polarizador/a profesional, siempre tiene una queja y un desacuerdo en su boca. No hay nada bueno, todo es nefasto. Para ellos,
nadie tiene razón, haciendo de la suya propia una sinrazón.
Los profesionales polarizadores son
consumidores de la manipulación y la crispación. Para ellos el hablar con
personas que piensan de forma diferente, más que humanizarles, es tener la
oportunidad de hacer su batalla diaria con el rival que siempre encuentran en
el camino.
Cuando en el trabajo es necesario
unificar criterios y tomar decisiones coordinadas, aparecen en escena
desvalorizando a los compañer@s e iniciando la escalada de la negación. Una
afirmación o consenso es motivo de su andadura hacia el desacuerdo. Ante un
acuerdo de la mayoría siempre sacan las tarjetas amarillas y pitan faltas. Y
sin dejar de pitar, tratan de que los consensos se dilaten y las razones se
difuminen. Adoptan una actitud cerrada y se mantienen firmes en sus posiciones,
estando más atentos a la propia necesidad que a la necesidad del otro o del
grupo. Los más sibilinos hacen uso del discurso
paralelo fuera de la reunión invalidando las propuestas del grupo.
No es fácil relacionarse con este
tipo de personas y a veces puede ser muy estresante. Pero si es posible y
necesario salir del conflicto, enfrentar la situación y dejar en evidencia al
manipulador y al mal profesional.
La huida no es el camino y el enfrentamiento
no es el recurso. Una buena dosis diaria
de empoderamiento personal y ética en nuestras actuaciones, son los
mejores sprays preventivos para este tipo de contaminadores. La medicación
curativa, se prescribe con la distancia a la desvalorización del otro y la
firmeza en la aplicación de limites puestos a la sinrazón de los polarizadores
que nos rodean.