Parece paradójico hablar y practicar con la ética en los momentos convulsos de conflictos y guerras que estamos viviendo en el mundo actual. Sin embargo, a pesar de visualizarse de forma tan lejana en esos lugares su práctica, es más necesaria que nunca en nuestra vida cotidiana.
Rememorando a Adela Cortina
“la ética reflexiona de manera ordenada sobre lo
que es correcto o incorrecto para aplicar el resultado de esta reflexión a la
práctica de la vida cotidiana”. Desde esta premisa se nos facilita realizar actuaciones
éticas bajo el principio de “el deber hacer” idóneamente argumentado.
Recientemente he tenido el privilegio de poder impartir y compartir
junto con la directora de la Estrategia de ética de Andalucía, Inmaculada
Asensio Fernández, un curso de ética aplicada configurado en torno a “La
práctica de la deliberación ética para formar parte de un Comité de Ética de
los Servicios Sociales”, dirigido a profesionales de los servicios sociales
andaluces. Su organización, objetivos y funcionalidad ha sido referenciado por la
propia Inmaculada Asencio en el artículo de su blog que aquí se enlaza.
En el transcurso del curso hemos reflexionado sobre nuestra ética
de la vida cotidiana, en la pensada y la vivida y practicado con el método deliberativo propuesto por el Dr. Diego Gracia Guillén, método que nos propone trabajar con la ética que
no etiqueta, la justa, la benefactora, la que no lesiona y ayuda a valorar con
libertad de criterio.
Compartimos problemas, conflictos y dilemas éticos que nos surgen en
la atención con los usuarios de los servicios sociales. Sus historias de vida, principios
y valores nos han comprometido a deliberar en torno a los cursos de actuación extremos
deseados y no deseados, detenernos en los cursos intermedios posibles y concretar
el curso óptimo de acción adecuada.
Deliberando nos hemos adentrado en nuestra propia concepción de la ética.
Deliberando compartimos experiencias y no nos aislamos
Deliberando compartimos dudas y dilemas, sacamos lastres y relajamos
nuestras actuaciones profesionales procurando la excelencia.
Deliberando nos empoderamos personal y profesionalmente.
Deliberando practicamos la prudencia y la flexibilidad.
Deliberando sentimos la necesidad de seguir deliberando, sin
detenernos en respuestas rápidas y en fáciles cuantificaciones exentas de la
eficacia y cualificación necesaria.
En definitiva, deliberando desde la ética hemos buscado las solución
más óptima, la más prudente y menos dañina, teniendo así la oportunidad de adentramos en un mundo más justo y
solidario en el que ningún conflicto no sea ajeno.
PD: Deliberando al escribir estas reflexiones descubro cuanto he
aprendido con el grupo de profesionales de los servicios sociales de Andalucía que
participó en este curso y de su ética profesional e incorporo una nueva
vitamina para mi “vademécum social”.
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