jueves, 11 de abril de 2013


Que el estado de bienestar está siendo diezmado por las políticas neoliberales es un hecho evidente y que los profesionales  de los servicios sociales nos estamos convirtiendo en el único recurso que tienen los usuarios es una realidad cotidiana.
No hay día en que desde nuestra intervención profesional no constatemos  nuevos recortes, no se nos comunique reducción de los pocos presupuestos sociales existentes y nos deriven a derivar a instituciones privadas. Lo están consiguiendo: este país está empezando a ser reconocido únicamente por los que sobrevivieron la posguerra, los que conocieron las cartillas de racionamiento y los “beneficios” de la beneficencia.
Han vuelto a aparecer  listados de “pobres” damnificados de la crisis con sus nombres, apellidos y sus DNI y con ellos la evidencia de la injusticia social. Cuando nuestros usuarios se reconocen en esas listas aumenta su vergüenza social. Y para más escarnio, muchas de las ayudas que solicitan hoy se les puede  resolver  dos meses más tarde.
Cuando acuden a nuestros despachos usuarios que nunca han tenido dificultades para poder afrontar sus necesidades básicas y te relatan cómo lo han perdido todo mostrando carpetas llenas de demandas por impagos con  los últimos euros de su cartera vacía y encuentran nuestra cartera de recursos sin contenido, es entonces cuando los profesionales de los servicios sociales nos convertimos en el único recurso que les queda.
Paradójicamente la reducción de recursos sociales ha provocado el aumento de intervenciones profesionales y la gestión de ayudas de emergencia social están priorizando nuestras intervenciones. La demanda de necesidades básicas viene acompañada de rabia, impotencias, desolaciones, depresiones, vergüenzas y sobre todo  ausencia de autoestima y pérdida de dignidad obligándonos a realizar mayores acciones de acompañamiento, escucha y empatía.                                                                   
Es ahora cuando queda más  evidenciado que no solo de la gestión de recursos se sustenta el trabajo social, cuando  la proximidad y cercanía ha de  garantizar  de forma eficiente las necesidades básicas de los ciudadanos y cuando los profesionales del trabajo social nos hemos de hacer escuchar oponiéndonos a este  anteproyecto de ley que ha elaborado el Gobierno que  supondrá la destrucción definitiva de los servicios sociales municipales.

MAREA NARANJA

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