martes, 20 de agosto de 2024

Mi Vademecum Social




A lo largo de los últimos años la actividad
del trabajo social ha hecho evidentes muchos
cambios de paisajes con importantes
transformaciones sociales e incorporación de
una gran heterogeneidad en la tipología de
necesidades, recursos y prestaciones.
Se han configurado nuevas estructuraciones
y sistematizaciones y con ellas la, cada vez
mayor, incorporación
de la burocracia a los
servicios sociales públicos. Paradójicamente la
introducción de nuevas tecnologías en pro del
mejor servicio a los ciudadanos se ha convertido,
en muchas ocasiones, en obstáculo para el
mantenimiento de una relación más cercana y
personalizada. Por todo ello, muchos
profesionales se han ido desgastando
convirtiéndose en meros gestores de recursos.
Desde esta particular valoración de la acción
social se redacta el presente "vademécum" que,
a modo de recetario, pueda servir de botiquín de
base previniendo "anemias y depresiones " en
el ejercicio profesional e invitando a utilizar
saludables y eficaces terapias de intervención
social.
 
 Mi Vademecum  (Abrir)




 

 


miércoles, 5 de junio de 2024

PROFESIONALES POLARIZADORES

 

Cada vez más nos encontramos con ese tipo de personas que Adela Cortina define como “profesionales polarizadores, gente que tiene por profesión enemistar y polarizar”. Están integrados sobre todo entre la clase política, pero en nuestras relaciones cotidianas y en el trabajo también abundan.

            Allí donde ven un atisbo de consenso o entendimiento, aparecen discrepando de las experiencias vividas de otros. De propuestas de relajación u ocio, hacen un discurso estresante y cansino. El/la polarizador/a profesional, siempre tiene una queja y un desacuerdo en su boca.  No hay nada bueno, todo es nefasto. Para ellos, nadie tiene razón, haciendo de la suya propia una sinrazón.

            Los profesionales polarizadores son consumidores de la manipulación y la crispación. Para ellos el hablar con personas que piensan de forma diferente, más que humanizarles, es tener la oportunidad de hacer su batalla diaria con el rival que siempre encuentran en el camino.      

            Cuando en el trabajo es necesario unificar criterios y tomar decisiones coordinadas, aparecen en escena desvalorizando a los compañer@s e iniciando la escalada de la negación. Una afirmación o consenso es motivo de su andadura hacia el desacuerdo. Ante un acuerdo de la mayoría siempre sacan las tarjetas amarillas y pitan faltas. Y sin dejar de pitar, tratan de que los consensos se dilaten y las razones se difuminen. Adoptan una actitud cerrada y se mantienen firmes en sus posiciones, estando más atentos a la propia necesidad que a la necesidad del otro o del grupo. Los más sibilinos hacen uso del discurso paralelo fuera de la reunión invalidando las propuestas del grupo.

            No es fácil relacionarse con este tipo de personas y a veces puede ser muy estresante. Pero si es posible y necesario salir del conflicto, enfrentar la situación y dejar en evidencia al manipulador y al mal profesional.

            La huida no es el camino y el enfrentamiento no es el recurso.  Una buena dosis diaria de empoderamiento personal y ética en nuestras actuaciones, son los mejores sprays preventivos para este tipo de contaminadores. La medicación curativa, se prescribe con la distancia a la desvalorización del otro y la firmeza en la aplicación de limites puestos a la sinrazón de los polarizadores que nos rodean.


miércoles, 8 de noviembre de 2023

APLICANDO ÉTICA




     Parece paradójico hablar y practicar con la ética en los momentos convulsos de conflictos y guerras que estamos viviendo en el mundo actual. Sin embargo, a pesar de visualizarse de forma tan lejana en esos lugares su práctica, es más necesaria que nunca en nuestra vida cotidiana.

 Rememorando a Adela Cortina “la ética reflexiona de manera ordenada sobre lo que es correcto o incorrecto para aplicar el resultado de esta reflexión a la práctica de la vida cotidiana”. Desde esta premisa se nos facilita realizar actuaciones éticas bajo el principio de “el deber hacer” idóneamente argumentado.

Recientemente he tenido el privilegio de poder impartir y compartir junto con la directora de la Estrategia de ética de Andalucía, Inmaculada Asensio Fernández, un curso de ética aplicada configurado en torno a “La práctica de la deliberación ética para formar parte de un Comité de Ética de los Servicios Sociales”, dirigido a profesionales de los servicios sociales andaluces. Su organización, objetivos y funcionalidad ha sido referenciado por la propia Inmaculada Asencio en el artículo de su blog que aquí se enlaza.

En el transcurso del curso hemos reflexionado sobre nuestra ética de la vida cotidiana, en la pensada y la vivida y practicado con el método deliberativo propuesto por  el Dr. Diego Gracia Guillén, método que nos  propone  trabajar con la ética que no etiqueta, la justa, la benefactora, la que no lesiona y ayuda a valorar con libertad de criterio.

Compartimos problemas, conflictos y dilemas éticos que nos surgen en la atención con los usuarios de los servicios sociales. Sus historias de vida, principios y valores nos han comprometido a deliberar en torno a los cursos de actuación extremos deseados y no deseados, detenernos en los cursos intermedios posibles y concretar el curso óptimo de acción adecuada.

Deliberando nos hemos adentrado en nuestra propia concepción de la ética.

Deliberando compartimos experiencias y no nos aislamos

Deliberando compartimos dudas y dilemas, sacamos lastres y relajamos nuestras actuaciones profesionales procurando la excelencia.

Deliberando nos empoderamos personal y profesionalmente.

Deliberando practicamos la prudencia y la flexibilidad.

Deliberando sentimos la necesidad de seguir deliberando, sin detenernos en respuestas rápidas y en fáciles cuantificaciones exentas de la eficacia y cualificación necesaria.

En definitiva, deliberando desde la ética hemos buscado las solución más óptima, la más prudente y menos dañina, teniendo así la oportunidad de adentramos en un mundo más justo y solidario en el que ningún conflicto no sea ajeno.

 

PD: Deliberando al escribir estas reflexiones descubro cuanto he aprendido con el grupo de profesionales de los servicios sociales de Andalucía que participó en este curso y de su ética profesional e incorporo una nueva vitamina para mi “vademécum social.

 

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miércoles, 12 de julio de 2023

DESVALORIZACION INSTITUCIONAL DE LA PROFESIÓN DE TRABAJO SOCIAL

          En el último número de la revista de Servicios Sociales y Trabajo Social centrado en el trabajo social crítico, aparece un excelente artículo firmado por Inmaculada Asensio Fernández, con el título Reflexión crítica sobre la desvalorización institucional de la profesión de Trabajo Social en el tratamiento de las Adicciones” (ver enlace) ,cuyo contenido me ha dado motivo de comentario y análisis a través de este post.

    Realiza su autora una introducción refiriendo los orígenes del trabajo social, nuestro bagaje y la conformación profesional con el reciente reconocimiento como profesión de referencia en los servicios sociales. Resalta como, aun así, nuestra profesión sigue teniendo déficits en el reconocimiento por parte de otros profesionales y profesiones afines.

         La experiencia de desvalorización del trabajo social que Inmaculada relata en su artículo enmarcado en el entorno institucional del tratamiento de las adicciones, se puede trasladar a otros muchos campos institucionales tanto públicos como privados. Pero son escasos los profesionales que lo reflexionan, denuncian y divulgan como lo hace ella. No cabe duda de su acto de valentía, pero creo que lo que más la caracteriza es el acto de responsabilidad profesional y un gran ejercicio de ética aplicada.

         Analicemos esta aplicación ética desde los principios y articulado de nuestro código deontológico, ese “vademécum social” que hemos de tener como referente en el ejercicio de nuestra actividad diaria, sin olvidar que el resto de los profesionales que conforman el equipo de trabajo que referencia en el artículo su autora, también disponen de sus propios códigos deontológicos y que para todos ellos son instrumentos necesarios en el buen hacer profesional.

         En la relación entre profesionales, los códigos deontológicos profesionales, establecen la necesidad de profesionalidad, coordinación, intercambio de conocimientos para mejorar la intervención y el respeto recíproco entre profesionales en el ejercicio de sus actuaciones. Se indica, además, la conveniencia de comunicar a los responsables y/ó directivos de las instituciones para las que se trabaja todo aquello que obstaculiza su labor profesional desde la responsabilidad principal hacia las personas que se atiende y ante la precepción de vulnerabilidad de sus derechos, proponer los cambios, procedimientos y actuaciones necesarias a la institución para la que se trabaja.

         Es sin duda un acto de responsabilidad profesional el que realiza Inmaculada, tras quedar patente hechos de vulnerabilidad de los usuari@s que atiende y manifestarse la desvalorización que de sus actuaciones realizan el resto de los profesionales que conforman el equipo de trabajo.

         Primer indicio de desvalorización profesional:

Vulneración de derechos profesionales. Cuando desde su inclusión en la unidad de trabajo, se le reserva un espacio carente de las condiciones adecuadas, visualizándose más que un despacho de trabajo, un lugar donde “ha sido despachada”, impidiendo proporcionar la adecuada atención a los usuari@s del servicio.

Segundo indicio de desvalorización profesional

Miembros de su   equipo de trabajo le asignan funciones de otra profesional (auxiliar de clínica en este caso), cuando dicha auxiliar está ausente. Queda evidente el ejercicio de funciones jerárquicas que no corresponden y como se propicia usurpación de funciones profesionales. En este caso con categoría diferente y manifiesta motivación de desvalorización de las funciones propias del trabajo social.

Tercer indicio de desvalorización profesional

Minimizar las acciones profesionales que realiza: trabajo centrado en la persona y su entorno, coordinación con otras instituciones, trabajo en red para propiciar el bienestar e integración de los usuari@s afectados, ignorando de esta forma, las funciones que le son propias en el campo de las adicciones.

Cuando otro profesional del equipo determina a motu propio, que el trabajador@ social “se centre en sus paguicas” y cuestiona la información y gestión que se le realiza a los usuari@s y su sistema de coordinación, ese profesional está incurriendo en perjuicio y desvalorización incumpliendo claramente su propio código deontológico.

 Y cuando se realiza  una dinámica de trabajo unidireccional y de forma vertical con claros tintes de intento de subalternidad, la desvalorización entra en una peligrosa progresión.

Es principio básico en el abordaje del trabajo social “la promoción integral de la persona, considerándola como un todo, desde sus capacidades potenciales y los múltiples factores internos y externos circunstanciales. Supone superar visiones parciales, unilaterales, así como integrar la intervención a través de la interprofesionalidad” (Art 7, 7 del Código Deontológico de TS).

Si se ignora este principio, como así se nos ha relatado, es lógico que las tensiones y conflictos se agranden y la ética se cuestione, teniendo necesidad de dirimir soluciones en el ámbito externo, optando por la propuesta al responsable de la institución de la creación de un Comité de Ética, como herramienta de apoyo esencial para romper esta progresiva cadena de desvalorización.

La falta de empatía e ignorancia ética quedan expuestas en la respuesta que realiza el responsable institucional, alegando que “la deliberación ética parece ser más útil para personas que no tiene mucha experiencia profesional”.  Es aquí donde la desvalorización profesional llega a su cumbre y triunfa.

El desprestigio profesional, abuso de poder y desvalorización de los principios y funciones de la profesión pueden llevar al desgaste y/ó anulación de los profesionales que la ejercen, o llegar a la adaptación sin cuestionamientos. El reto es el ejercicio del trabajo social crítico y reivindicativo en la aplicación ética, que como sabiamente dice Adela Cortina, no se quede en “la cosmética, porque los maquillajes mejoran el aspecto de las personas durante un tiempo, pero no las transforman por dentro”.

Enhorabuena Inmaculada por ejercer el trabajo social crítico y reivindicar los valores y principios éticos de nuestra profesión demostrando que nadie es más que nadie en la defensa de los derechos y la dignidad humana.