miércoles, 27 de marzo de 2013
(De nuevo este vademecum recibe visita. Hoy se acerca a esta casa, bajo el seudónimo de la Negrita, una mujer nacida en Cuba en el año 1974 y afincada en España desde el 2005.
Su llegada en nuestro país como la de otros muchos inmigrantes no ha sido fácil por todo lo que ha tenido que dejar en el suyo y lo mucho que ha luchado haciéndose un hueco aquí.
Desde su particular valoración de la inmigración, ha querido participarnos en este post sus sentimientos e impresiones sobre la presencia de los inmigrantes en este país donde a veces no todos se sienten bien tratados al verse más como problema que como solución. En el cambio de posición de estas palabras se fundamentan sus reflexiones.
Gracias “Negrita” por tu aportación a este blog que no tiene fronteras.)
Su llegada en nuestro país como la de otros muchos inmigrantes no ha sido fácil por todo lo que ha tenido que dejar en el suyo y lo mucho que ha luchado haciéndose un hueco aquí.
Desde su particular valoración de la inmigración, ha querido participarnos en este post sus sentimientos e impresiones sobre la presencia de los inmigrantes en este país donde a veces no todos se sienten bien tratados al verse más como problema que como solución. En el cambio de posición de estas palabras se fundamentan sus reflexiones.
Gracias “Negrita” por tu aportación a este blog que no tiene fronteras.)
Cuando la escasez entra en muchos hogares españoles, la xenofobia sale, a veces, consciente o inconscientemente por muchas de nuestras ventanas. Parece que hoy día ser emigrante es sinónimo de epidemia , plaga que nos viene a quitar el trabajo, malestar e inseguridad en nuestras calles, tenernos que mezclar con otra religiones o tradiciones, pérdida de beneficios en nuestro sistema de salud, personas ingratas, maleducadas que no respeta ni se adapta a nuestras costumbres. En fin el mal de todos nuestros problemas….
Pocos recuerdan que acá los emigrantes han trabajado donde los españoles natos no querían y cotizaron para que todos disfrutáramos de una seguridad social flamante, han aumentado la población infantil diezmada por la situación en la que entonces había quedado España, entre otras tantas cosas buenas.
Son inconcebibles los descalificativos que muchas personas e instituciones públicas usan como titular para malmeter contra los emigrantes. Injustamente son los candidatos perfectos para ser culpables de todo y de nada; y distraer así la atención sobre los verdaderos problemas. Es muy fácil meterlos a todos en el mismo saco sin darles el beneficio de la duda. A todas aquellas personas que no son solidarias en su hablar les recuerdo que antaño, cuando acá no había donde rascar, muchos de nuestros ancestros fueron a buscar el pan en calidad de emigrante a las Américas, el Caribe, Francia y Alemania, y se les trató con decencia. Y es posible que con los tiempos que corren y la mala vida o gestión ocasionada por nuestros políticos, la banca y especuladores muchos de nosotros o nuestros hijos se vean obligados a formar parte de la nueva generación de emigrantes españoles por el mundo.
Somos parte de la solución no del problema.
miércoles, 20 de marzo de 2013
(Hace unos días mi compañero de aventuras blogueras y de incio en el trabajo de los servicios de base, Samuel Nuñez Pestaña, me mandó el enlace de su blog, Mirada Social con la reflexión de las jornadas de celebración de los 25 años de constitución de los servicios sociales básicos de esta comunidad y aunque estos días han sido muy reflexivos y enriquecedores en aportaciones, me volvió a recordar el artículo que en el 2010 publiqué en la Revista de Servicios Sociales y Política Social con el mismo titulo que enmarco este post. No lo he querido resumir y aunque es un poco más largo que los otros que acostrumbro a colgar me atrevo a participarlo íntegro. El final del mismo no es otra cosa que el motivo de este blog. Aquello que yo había puesto en texto a modo de vademecum, se ha convertido en blog, en libro virtual con imágenes (en la portada de este blog) después y desde ayer en formato papel.
Espero vuestras aportaciones, experiencias e identificaciones si las hubiere.)
Después de unos pocos años de ejercer la profesión de trabajo social en un centro de acción social y pasadas no pocas “aventuras y desventuras” en este viaje, he hecho un alto en el camino, me he tomado una tarde sabática para repasar mis fuerzas, escanear mi mente y hacer la hoja de ruta que me permita “mantener la marcha sin morir en el intento”.
No puedo olvidar de dónde vengo, con qué equipaje salí de casa, los medios de transporte que he tenido que utilizar, los viajeros que he conocido en el trayecto y con los que aún hoy estoy compartiendo esta aventura.
Recuerdo el entusiasmo y motivación con los que partimos a finales de los 80 después de haberse promulgado las primeras leyes de acción social autonómicas que garantizaban el sistema público de servicios sociales, cómo vaciamos la mochila de beneficencia y paternalismo para llenarla de políticas sociales de igualdad, universalidad y solidaridad .Eran muchas las ganas de hacer bien las cosas, muchas las buenas voluntades que unían nuestro trabajo, y pocos los cuestionamientos en esos primeros pasos del camino.
En nuestros primeros apeaderos consumimos cursos seminarios, jornadas, mesas redondas.... para reciclarnos, formarnos y ponernos al día de las necesidades y los recursos que iban surgiendo.
Vimos cómo habitáculos obsoletos se convertían en nuestros sedes, llenándolos de mesas olvidadas, archivadores que no archivaban y despachos que no despachaban. Aún así , allí realizamos acopio de información de las infraestructuras y recursos sociales de los municipios e hicimos nuestras primeras radiografías de la población con la que íbamos a trabajar .Fue una etapa difícil, pero no exenta de ganas de realizar un buen trabajo y cambiar y consolidar el nuevo modelo de bienestar social, saliendo de la intervención necesidad –recurso para incorporarnos a intervenciones más integrales, participativas y transformadoras con acciones polivalentes y multiprofesionales desde las diversas redes sociales existentes.
Asentados en los vagones de los trenes de los años 90 y discurriendo por los raíles y paradas de los diferentes ayuntamientos empezamos a encontrarnos con los diversos “alcaldes-revisores” que nos iban pidiendo los “billetes profesionales” de nuestro trabajo.
Conocimos entre otros a “alcaldes benefactores” que seguían manteniendo la beneficencia en sus presupuestos municipales, “alcaldes despistados” que desconocían nuestro trabajo y nos derivaban a actuaciones variopintas que nada tenían que ver con nuestro cometido, “alcaldes populistas y solidarios”, que no dudaba en utilizar nuestro nombre y profesión, ofreciendo promesas electoralistas y su trabajo por la causa social. Y también nos encontramos con alcaldes y políticos comprometidos que desde el principio trabajaron por sacar la caridad de sus ayuntamientos y apostaron por el sistema público de servicios sociales.
Tuvimos que adquirir muchas dosis de paciencia, con algunas ignorancias sociales que se cruzaban en nuestro camino teniendo como objetivos y referentes los avales legislativos de universalidad, igualdad, normalización, integración, descentralización, planificación y coordinación del deseado estado de bienenestar.
Al adentramos en “la autopista” de esta nueva década del 2000 subimos a nuevos trenes, de mayores comodidades y mejores velocidades.
Con la información surge la formación social de nuestros usuarios. Saben quien es “su médico de cabecera social”, reconocen la atención de base y la especializada, nuestras derivaciones y coordinaciones para poder ser mejor atendidos y por su parte los dirigentes políticos son conscientes del protagonismo que esta profesión tiene dentro de de la acción social.
A su vez y en torno a la generalización y universalización de derechos sociales, se consolidan y hacen efectivos presupuestos públicos y subvenciones para cubrir las necesidades existentes.
Surgen diferentes estructuraciones, sistematizaciones y la cada mayor incorporación de la polémica burocratización de los servicios públicos. Con ella seguimos el camino, adentrándonos en nuevos paisajes, recorriendo las rutas de los nuevos organigramas, con sus jefaturas, sus jefes de servicio, de sección, de negociados, de programas, coordinadores, coordinadores de coordinadores, técnicos responsables y responsables técnicos, administrativos, auxiliares,.... teniendo que hacer paradas en variedad de despachos y salas de reuniones.
Con tanto “nuevo profesional “el intento de no morir en el intento” requirió mayor esfuerzo: éramos pocos más en la base y muchos más en el puente de mando.
En la acampada de la burocracia, empezamos a tener mejores mochilas, con nuevas infraestructuras. Fuera de los antiguos despachos reciclados ocupamos los nuevos centros de acción social, rodeados de servicios especializados y muchos más profesionales de la acción social.
Las nuevas tecnologías aligeraron nuestro equipaje, sustituyendo nuestras máquinas de escribir por ordenadores, el bolígrafo manual por el digital, nuestros modelos de informe y recogida de datos en soporte papel por el modelo informático SIUSS, SAUSS ó similares.
“La madre burocracia” nos aporta además innovadores técnicas para continuar nuestro camino. Tal avisador de radares va anunciando los “riesgos” con los que nos vamos a encontrar: “Atención, entra Vd en un control de cantidades”. “Cruce de datos en la red”, “Radar de estadísticas en un mes”, “Semáforo de plazos a 15 días”, “Cruce de caminos, gire a la derecha”, etc.
A lo largo del trayecto hemos comprobado también como muchos trabajadores y trabajadoras sociales, se han ido desgastando y perdiendo las ilusiones iniciales al ver cómo se han convertido en muchas ocasiones en meros gestores de recursos, como ya no hacen tantas paradas para las visitas domiciliarias ni para las coordinaciones con otros viajeros/profesionales del camino, ni para recoger el avituallamiento necesario.
Por su parte, las necesidades, instaladas en todos los estratos sociales, vienen acompañadas de nuevos elementos disfuncionales. Y los recursos se canalizan a través de variedad de leyes, decretos, ordenamientos, protocolos, y largas gestiones burocráticas,
En el año 2007, se aprueba la Ley de Autonomía personal y Atención a personas dependientes que garantiza derechos sociales subjetivos y fortalece aún más el cuarto pilar del bienestar social. Al usuario se le da opción no solo a demandar recursos, sino también a reivindicarlos.
Surgen nuevos retos profesionales al contribuir desde nuestra intervención profesional a que se potencien y se hagan efectivos los derechos subjetivos de los dependientes y sus familias., realizar seguimientos de la provisión de prestaciones y servicios elegidos y valorar su eficacia desde la aplicación de los servicios y prestaciones adecuadas a las realidades de los dependientes y las de su entorno.
La crisis económica actual nos acerca además, cada jornada nuevos perfiles de usuarios desempleados, hipotecados y endeudados solicitando las prestaciones de urgencia y los nuevos subsidios que se han tenido que incorporar a nuestro fichero de recursos.
Se hacen evidentes los cambios de paisaje, con importantes transformaciones sociales e incorporaciones de una gran heterogeneidad en la tipología de las familias con cada vez mayor número de mujeres integradas en el mundo laboral, inmigrantes de diferentes países insertados en nuestra sociedad, mujeres victimas de violencia de género, familias desestructuradas con hijos “Ni-NI” y padres “No-No” y usuarios dependientes de las lentas gestiones de la ley de dependencia.
En la actual fase del camino más que nunca necesitamos trabajar “sin morir en el intento” reconociendo como algunos “burócratas asépticos” y “políticos profesionalizados”, ralentizan la velocidad de estos nuevos trenes, pero con los que aún así hemos de seguir viajando. Será nuestro bagaje de responsabilidad y rigor profesional el que ha de servir de aval del nuevo carnet profesional que sustituya a los viejos billetes que se nos pedían en los primeros trenes.
Con los resultados de este autochequeo me siento en la necesidad de prevenir riesgos de anemias y depresiones.
Así, cual galeno, echo mano del “Vademecum Social” para prescribir terapias alternativas, no invasivas ni abrasivas ni tampoco homeopáticas que eternicen el tratamiento.
Todas las mañanas antes de salir a trabajar una toma del complejo vitamínico de principios de trabajo social y código deontológico actualizada.
Una toma diaria de responsabilidad profesional, ante los intentos de aseptismo, comodidad e inmovilismo.
Para los excels y cruce de variables cuantitativas un envase de sistematización cualitativa.
Para las malas digestiones y “malos estares” de nuestros bienestares sociales, tisanas de relajación, reflexión y autoevaluación.
Hierro para las anemias sociales.
Mantener el nivel de leucocitos y glóbulos rojos en los mínimos establecidos, con el complejo vitamínico: trabajo- social-calidad-ético.
Prevención de subidas de colesteroles, tratando de no ingerir prácticas grasas adaptativas.
Para los ataques del inmovilismo e individualidad terapias de trabajo coordinado, integrado y unificado.
Para los procesos inflamatorios que provoquen las ineludibles gestiones, parches de agilidad, eficacia y prácticas reflexivas y transformadoras.
Finalmente a los sarpullidos de la lenta burocracia, proporcionar intervenciones profesionales con dosis de solidez, sentido crítico y reivindicativo en la consecución de derechos sociales.
Todos estos cambios nos obligan a realizar un trabajo cada vez más integral, transversal, sistémico e integrador para continuar en el camino de acciones sociales eficaces, eficientes y por ende más efectivas
viernes, 15 de marzo de 2013
Ya
empieza a alimentarse esta “nueva
criatura” del Vademecum social con vuestras aportaciones. Hoy acerca la
suya, Benita Ferro Viñas, presente en las jornadas a las que me referí
en
el post anterior
Benita es
Diplomada en Trabajo Social (Universidad de Santiago de
Compostela), Máster en Asesoramiento y
Orientación Familiar (Universidad de Santiago de Compostela) y Formadora ocupacional.
Su reflexión me parece muy enriquecedora,
aclaratoria y de gran utilidad para nuestra práctica profesional. El tema de la
confidencialidad y protección de datos impide permanecer insomnes, más bien
creo que el debate está servido.
Bienvenida
Beni y gracias por acercarte a este
rincón y darnos tu saber.
Fórmula magistral para combatir el insomnio de los trabajadores
sociales en relación con la protección de datos en el ámbito judicial.
En el 25 cumpleaños de los
servicios sociales en Castilla y León, celebrados el pasado fin de semana, tuve
la oportunidad de confirmar mi hipótesis en relación con el principio de
confidencialidad de los datos en trabajo social, que se basa en que a falta de
protocolos específicos que nos concrete la casuística que se puede presentar en
la reserva del secreto profesional en determinadas circunstancias, pues optamos
por acogernos en caso de conflicto entre la ética y el derecho, a los preceptos legales relacionados con la
protección de datos y el secreto profesional. Y esta hipótesis no la manejo yo
en exclusividad, ni es reciente en la literatura específica del trabajo
social. Ya en el año 2003, la profesora
de la Escuela
Universitaria de Trabajo Social de Ourense, Carmen Verde,
publicó un interesante artículo sobre el tema en la Revista Gallega de
Trabajo Social, y recoge en ella esta hipótesis como fundamento de su
exposición.
En este caso me gustaría centrar el
contenido de esta aportación en el dilema ético de la cesión de datos
requeridos por los juzgados, si se entiende esta situación como un dilema, o se
interpreta como una obligación. Si se entiende como una obligación, no existe
opción a debate, ya que entramos en el concepto de mandato, prescripción sin
opción a matizar los rasgos concretos de la situación. Pero en mi caso lo
entiendo como dilema, ya que nuestro
código deontológico en su artículo
54 establece que no se vulnera el
secreto profesional cuando el profesional reciba orden de informar sobre cuestiones confidenciales por mandato legal u
orden judicial. Pero matiza este principio comentando que si surgen dudas en la aplicación de
este principio se puede consultar a la Comisión Deontológica
correspondiente y plantearlo antes del juicio o durante el mismo.
¿Qué si surgen dudas? Pues yo creo que
surgen dudas, lagunas, océanos, e incluso alguna que otra patología
psicosomática temporal y pasajera, a la que aludo en el título. Todas estas
inquietudes se respiraban el pasado fin de semana en León, en las jornadas
anteriormente citadas, en las que una compañera hizo alusión en el debate
abierto a los dilemas que surgen cuando se deben aportar datos confidenciales
de los usuari@s por requerimiento judicial. Ante mi inquietud y curiosidad
sobre el tema, recojo varias propuestas que pueden ser aplicables a estos
casos, y aparecen en la literatura
especializada:
Ø Es
recomendable requerir garantías, de
acceso al sumario por terceras personas en el ámbito judicial, e incluso
requerir al juez medidas para limitar explícitamente el revelar cierta
información.
Ø En el
supuesto que el trabajador social sea citado a declarar en vista oral
información confidencial, sin autorización del usuari@, “entonces deberá
escribir al juez indicando su voluntad
de cumplir con la citación, pero también que el usuario no ha dado su
autorización”[1]. Será el juez en estos casos el que decidirá
el revelar o no la información. En este
caso se aplica el artículo Artículo 371 de la ley de
enjuiciamiento civil, “Testigos con deber de guardar secreto. Cuando, por su
estado o profesión, el testigo tenga el deber de guardar secreto respecto de
hechos por los que se le interrogue, lo manifestará razonadamente, y el
tribunal, considerando el fundamento de la negativa a declarar, resolverá,
mediante providencia, lo que proceda en Derecho. Si el testigo quedare liberado
de responder, se hará constar así en el acta.”
En conclusión, la ley deja en manos de cada Tribunal, decidir
sobre la existencia o no de secreto profesional en cada caso, respondiendo así al derecho de defensa de todo ciudadano,
reconociendo el derecho a utilizar todos los medios lícitos de prueba que considere
oportunos para defender sus derechos, y la obligación del profesional, que debe
guardar silencio de aquellos hechos que su cliente le ha comunicado en el
desarrollo de una intervención social profesional.[2]
Espero que todo ello pueda resultar un eficaz ansiolítico para calmar las inquietudes e inseguridades en relación con el tema a tratar, y también me gustaría que se interprete esta aportación como una propuesta de debate abierto sobre el tema. Un saludo a tod@s. Beni.
[1] ÚRIZ PEMÁN, M.J. (2006). La auditoria
ética en Trabajo social: un instrumento para mejorar la calidad de las
instituciones sociales. Acciones e
investigaciones sociales,( Zaragoza). 1, 200-238.
[2] ALVÁREZ, J. I.: “El secreto profesional del
trabajador social citado como testigo”. Revista Trabajo Social Hoy,
Nº47, primer cuatrimestre, Colegio Oficial de Trabajadores Sociales de Madrid,
2006, págs. 63-65.
El pasado fin de semana hemos estado de cumpleaños en esta comunidad. Hace tiempo que somos mayores de edad, después de haber cumplido 25 años de la implantación de los servicios sociales básicos a través de la publicación de primera ley de acción social y servicios sociales allá por el año 1988.
Lo hemos celebrado realizando con Gustavo García, un viaje de ida por las ruta de los servicios sociales, guiándonos por aquellos rincones que circundaron sus origenes y analizando nuestros primeros pasos con sus referencias y avatares. Nos recordó como crecieron acompañados del plan concertado y como se visualizó su configuración a través de la definición de derechos subjetivos, servicios y prestaciones y la promulgación de la primeras leyes que les dieron masa muscular para su consolidación. En el regreso de esta ruta caminamos entre la crisis con imágenes que nos retrotraen a un pasado que no queremos repetir y el reto de recuperar nuestras intervenciones de bolso grande y zapatos planos….
Este ilustrativo viaje más que paralizar nos moviliza a la reflexión y debate para continuar al siguiente día con nuevas rutas, realizadas por otros compañeros y compañeras que nos van llevando por la trayectoria de la primera organización de las unidades básicas de acción social, la andadura de los 25 años de intervención comunitaria, el recorrido del IMI a la renta garantizada de ciudadanía, valorando los indicadores del plan concertado , los derechos de los usuarios de los servicios sociales, las competencias de los profesionales de la acción social, el sistema de información y acceso unificado de los servicios sociales, la coordinación y protección de datos , la experiencia del trabajo en equipo, la pobreza en el medio rural y la presencia del tercer sector en la atención a personas con dependencia.
En este trayecto surgen otros itinerarios de reflexión desde los conflictos éticos en la interveción social hasta el cansancio y el desgaste surgido en el quehacer del día a día visualizado a través del síndrome de burnout.
Y finalmente se reta a comunicar ó comunicarse a través de las TICs en el trabajo social, con la apertura al mundo de las de las redes sociales y las nuevas tecnologías de forma responsable sin sustituir ni olvidar a las personas.
Luis Barriga finaliza este recorrido partiendo hacia un futuro lleno de incognitas, retrocesos, preocupación ante las nuevas normativas en proyecto, apelando a la creatividad y al igual que Gustavo a recuperar el bolso grande y los zapatos planos para continuar caminando por la senda del bienestar social.
Los representantes políticos también tuvieron su presencia, por esas cuestiones de protocolo, tanto al principio como al final de las jornadas. En el inicio, una mesa redonda reúne a los representantes políticos de las areas de acción social de las diferentes corporaciones locales(diputación, ayuntamientos de más de 20.000 habitantes) de los inicios, que hacen referencias al entusiasmo, las dificultades y los logros. Nos describen a los trabajadores sociales de los servicios sociales básicos como referentes de trabajo y en quien se apoyaron para configurar los organigramas sociales. En la clausura realizada por los representantes políticos de las diferentes instituciones actuales, somos felicitados por nuestro cumpleaños, nos muestran sus “haberes sociales”, nos invitan a trabajar con ánimo e ilusión y nos describen, unos como “los angeles de la guarda” y otros como “los notarios de la sociedad “
Las diferencias entre el ayer y el hoy quedaron patentes con estas últimas intervenciones y el debate servido, ante nuestros nuevos roles de ángeles de la guarda, notarios y profesionales de la ilusión. Se me ocurren ironías pero creo que ésto es muy serio y no me voy a permitir esa licencia hoy.
Queda abierto para el debate y la reflexión.
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